(Caracas, Venezuela) La disolución del parlamento parece inminente. Por más predecibles que puedan considerarse las arremetidas del régimen en contra de las instituciones republicanas, ciertos golpes a sangre fría dejan siempre la sensación de una desagradable sorpresa. Tal como una puñalada a espaldas de una soberanía popular amordazada y debilitada bajo distintos mecanismos, así ha llegado la noticia: Por más predecible que fuese, no deja de doler. Sería inepto afirmar lo contrario.
Como bien sabemos, los golpes al parlamento no son un fenómeno nuevo en Venezuela. Ya a finales del 2015, el TSJ habría anulado la elección de 3 diputados del Estado Amazonas con el objetivo de impedir la configuración de una mayoría calificada bajo la cual la AN pudiese renovar los poderes Estatales, tales como el TSJ y el CNE.
Esta fue la primera de una serie de arbitrariedades que tienen por objeto debilitar, aislar y disolver a la Asamblea Nacional. Todas ellas forman parte de un golpe contínuo en contra del órgano legislativo. Dicho golpe se ha venido ejecutando por parte del TSJ en una primera etapa de hostilidades hasta la constitución de una Consituyente que, desde la mitad del 2017 y sin redactar una coma del nuevo texto constitucional, se ha encargado – exclusivamente – de robar funciones y atribuciones a la AN.
En otras palabras, sin legitimidad ni legalidad, la Constituyente se ha transformado en la antítesis del Parlamento, ne una herejía mal hecha de éste último. Se trata de un golpe vulgar y sin estilo. Tan vulgar que no formaba parte de los cálculos políticos de la oposición.
Ha sido con estos trancazos que nos hemos dado cuenta que al régimen ya no le importan el elemento estético ni mucho menos la justificación ideológica de sus acciones. Eso era cuando Chavez. Una vez muerta la figura del líder cuya reputación debía ser preservada, se abrió una etapa basada exclusivamente en la conservación del Poder a como sea de lugar..
Recuerdan el lema ‘como sea’? Anunciado por el mismo Maduro en el mes de Octubre del 2015, ‘como sea’ se transformó no sólo en el lema de la campaña electoral que se tradujo en la peor derrota del Chavismo, sino también en la filosofía bajo la cual el régimen busca permanecer en el Poder. Una filosofía que nos ha traído hasta el sacrificio de una nación entera por salvaguardar la ‘revolución’.
La disolución del parlamento y el allanamiento de la inmunidad a decenas de diputados también forman parte del ‘como sea’, una filosofía bajo la cual el fin (el poder) justifica los medios (represión, persecución e incluso la muerte). Todo indica que la situación se ha vuelto más dura desde el embargo llevado a cabo por la administración Trump y la interrupción del diálogo en Barbados. Ante tales eventos, la oposición parece haberse quedado sin mecanismos que a lo interno le permitan defenderse y permanece anclada a las buenas acciones de sus aliados.
Por otro lado, las divisiones internas siguen manifestándose desde algunos sectores de la oposición, quienes, no obstante la gravedad la emergencia, se dejan guiar por una visión poco pragmática que los induce a achantarse en debates estériles sobre la diferencia entre socialismo y el liberalismo, sobre capitalismo y comunismo, entre otras ideas abstractas, sin tomar en cuenta que mientras ellos alcanzan la elevación del ideal, Maduro sigue predominando en el plano real bajo una filosofía distinta a todas las que ellos discuten y que consiste en conservar el poder ‘como sea’.